Pluma prolífica del Revisionismo Histórico Argentino nació en la provincia de Corrientes el 14 de febrero de 1898. Sus principales influencias literarias fueron Fiódor Dostoyevski, Anatole France, Edgar Allan Poe y Oscar Wilde. En la década del ’20 se vinculó al grupo literario Florida, donde conoció a Jorge Luis Borges y Eduardo Mallea. En 1931 publicó “El Hombre que está solo y espera”, una obra que le dará mucho prestigio y reconocimiento dentro de los círculos intelectuales del momento. Ingeniero, agrimensor y diseñador ferroviario, realizó varios prototipos de locomotora de alta velocidad y perfil aerodinámico pero desgraciadamente sus proyectos no llegaron a contar con apoyo institucional.
Con el inicio de la Década Infame analizó los problemas económicos del país y criticó fuertemente la realidad nacional con pruebas, documentaciones y sosteniendo firmemente lo que muy pocos veían, que la Argentina era una colonia inglesa y que los principales resortes económicos estaban en sus manos. Realizó un estudio detallado del ignominioso pacto Roca–Runciman (mayo de 1933) desentrañando toda la red de dominación británica que comenzaba con los ferrocarriles, continuaba con los frigoríficos y terminaba en los seguros y barcos que sólo beneficiaban a unos pocos argentinos y a muchos británicos: Barcos cargados de manufacturas inglesas que ahogaban el desarrollo de una industria nacional.
Formó parte de la revolución radical yrigoyenista de enero de 1933 (en pleno gobierno del conservador anglófilo General Agustín P. Justo). Una revolución dirigida por el teniente coronel Gregorio Pomar que terminó sofocada sangrientamente. Detenido y llevado a la Isla Martín García finalmente fue desterrado a Europa. Poco antes de partir se casó con Mercedes Comaleras, el 23 de enero de 1934, debiendo concurrir al Registro Civil esposado. Italia y Alemania fueron los destinos de su exilio.
Hacia fines de 1934 pudo regresar al país junto a su esposa. Al año siguiente comenzó a colaborar en el semanario ‘Señales’ cuestionando desde este medio el sistema entreguista que dominaba al país y que empobrecía a la mayoría del pueblo argentino. Fue precisamente en este semanario donde conoció a Arturo Jauretche, por entonces un joven radical yrigoyenista con quién entabló una amistad que perdurará hasta su muerte. Se incorporó a FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), una corriente interna creada en 1935 dentro de la Unión Cívica Radical por Arturo Jauretche, Gabriel del Mazo, el militar Luis Dellepiane, Homero Manzi, Darío Alessandro y otros. En tal sentido realizó numerosas conferencias sobre temas relacionados con la dependencia argentina y sobre cómo se movían los hilos del poder económico del país.
Su tema principal fueron los ferrocarriles, a los que considera claves para el funcionamiento colonial, una inmensa telaraña metálica donde se hallaba aprisionada la República. En los famosos Cuadernos de FORJA abordó magistralmente esos temas centrales de la dependencia argentina: Los ferrocarriles, el escandaloso endeudamiento del país a instancias de Bernardino Rivadavia en 1824 con la financiera inglesa Baring Brothers y el petróleo. Hacia 1940 publicó sus dos obras más sobresalientes: “Política británica en el Río de la Plata” e “Historia de los ferrocarriles argentinos”.
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial fue un firme sostenedor de la neutralidad argentina, haciendo precisamente de esa neutralidad una bandera en defensa de la Soberanía Nacional. Ya alejado de FORJA presenció la Gesta del 17 de Octubre de 1945 expresando para la posteridad: “Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba por primera vez en su tosca desnudez original, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción de terremoto. Presentía que la historia estaba pasando junto a nosotros y nos acariciaba suavemente como la brisa fresca del río. Lo que yo había soñado e intuido durante muchos años estaba allí presente, corpóreo, tenso, multifacetado, pero único en el espíritu conjunto. Eran los hombres que están solos y esperan, que iniciaban sus tareas de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba presente como nunca creí verlo”.
Acompañó al peronismo en el poder pero nunca aceptó cargos, bregando de manera incansable por la nacionalización de los ferrocarriles, medida que el Nacional-Justicialismo finalmente implementó de manera histórica. Con el derrocamiento del General Perón en 1955 fue un ferviente opositor de la autodenominada Revolución Libertadora en la que veía el retorno al poder de las oligarquías que se beneficiaban de la dependencia económica de la Argentina. El fracaso del levantamiento del General Juan José Valle en junio de 1956 y su posterior fusilamiento le causó una gran conmoción y deterioro en su físico. Ya recluido al final de su vida en su biblioteca, falleció de cáncer de pulmón el 30 de mayo de 1959.
Raúl Scalabrini Ortiz fue uno de los grandes formadores de nuestra Conciencia Nacional, una mente lúcida del Revisionismo Histórico que ha desnudado como pocos las implicancias nefastas del colonialismo británico. Ya nos dejaba un mensaje muy claro en su monumental obra “Política británica en el Río de la Plata”: “La libertad, el bienestar y la riqueza se conquistan. Ni se solicitan ni se piden. Y la cuestión, para nosotros, no es cambiar de amo, sino de ser una nación fuerte, segura de sí y henchida de salud como corresponde a un pueblo inteligente que habita en un suelo feraz. Reconquistar el dominio político y económico de nuestra propia tierra es, pues, nuestro deber, para con nosotros mismos, para nuestros hijos y para los hijos de nuestros hijos”.
Darío Coria, profesor de Historia y Ciencias Sociales.