domingo, 1 de agosto de 2021

JULIO IRAZUTA, FIGURA PROMINENTE DEL REVISIONISMO HISTÓRICO ARGENTINO


Julio Alberto Gustavo Irazusta nació en el seno de una familia de tradición radical el 23 de julio de 1899 en Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos. Hombre de elevada cultura, versadísimo crítico literario, gran escritor político e historiador, fue uno de los mayores referentes del Revisionismo Histórico Argentino.


En 1922 se recibió de abogado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y posteriormente viajó a Europa donde estudió latín y filosofía en el Balliol College de Oxford, Inglaterra. Tuvo como grandes referentes a Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, Edmund Burke, Jorge Santayana y Benedetto Croce. Trabó relación con pensadores de la talla de Hilaire Belloc, Gilbert Chesterton y León Daudet. En Francia conoció al político y escritor francés Charles Maurras, líder e ideólogo del movimiento nacionalista Acción Francesa y posteriormente en Italia pudo presenciar de manera directa la experiencia fascista.


Un hecho trascendental en su vida ocurrió tras su regreso a la Argentina: El 1° de diciembre de 1927 fundó junto a su hermano Rodolfo, Juan Carulla, Carlos Federico Ibarguren y Ernesto Palacio el periódico “La Nueva República”, cuyo subtítulo expresaba ser “Órgano del Nacionalismo Argentino”. Rodolfo Irazusta era el Director, Ernesto Palacio el Jefe de Redacción, mientras que Julio formó parte del cuerpo de redactores junto a Carulla, Lassage, Pico y Casares.


La publicación denunciaba una crisis de orden espiritual y moral en el país producto del liberalismo generado a partir de la Revolución Francesa. Criticaba la forma laicista de nuestra enseñanza a partir de la Ley 1.420 y la Reforma Universitaria; la crisis de representación política originada por una partidocracia que se entendía como esencialmente corrupta y prebendaria como así también el caos que generaba el cada vez más avanzado bolchevismo extranjerizante luego del triunfo de la Revolución Rusa. A ello se agregarían artículos de formación, doctrina nacionalista y la férrea defensa de la Soberanía Política y Económica. La publicación primero fue quincenal, luego semanal y finalmente diaria hasta su cierre definitivo el 10 de noviembre de 1931. En la década del ‘40 volvió a su actividad literaria colaborando con Victoria Ocampo en su revista ‘Sur’.


A partir de la década del ‘30 comenzó su gran tarea de revisión de nuestro pasado nacional exponiendo el origen de nuestros males y mostrando siempre una visión superadora. Obras realmente notables fueron: “La Argentina y el Imperialismo británico”, publicada en 1934 en colaboración con su hermano Rodolfo. Este libro fue el inicio de un estudio profundo y detallado de los mecanismos de entrega de la riqueza del país a los intereses extranjeros, en especial a los ingleses. “Ensayo sobre Rosas” (1935); “Vida política de Juan Manuel de Rosas a través de su correspondencia” (su monumental obra aparecida desde 1941, con un total de ocho volúmenes y más de tres mil páginas); “Tomás de Anchorena” (1950); ”Perón y la crisis argentina” (1956); “Influencia económica británica en el Río de la Plata (1963); ”Adolfo Saldías” (1964); ”Balance de siglo y medio” (1966); “Genio y figura de Leopoldo Lugones” (1968); ”La monarquía constitucional en Inglaterra” (1970); “La política, cenicienta del Espíritu” (considerada una de las más grandes obras escritas en Argentina sobre teoría política, 1977); “Gobernantes, caudillos y escritores” (1978); ”Breve Historia de la Argentina” (1981).


Sin renunciar a sus convicciones, su extensísima y prominente trayectoria se vio finalmente coronada al ser incorporado como miembro de la Academia Nacional de Historia en 1971. Y fiel a su estilo sostuvo en su discurso de incorporación: “Los componentes del movimiento (revisionista) quedamos en un ostracismo intelectual, equivalente a una emigración en el interior. El revisionista de la historia argentina debía renunciar a la notoriedad, a los honores y a los emolumentos, a las cátedras universitarias, a los cargos públicos de las reparticiones culturales del Estado, a que podía aspirar por su mérito”.


Falleció en su pueblo natal, Gualeguaychú, el 5 de mayo de 1982. Sin lugar a dudas un visionario. Un insigne historiador, Un gran esclarecedor de nuestro pasado nacional que siempre comprendió que la política debía surgir de la lección del pasado y que el estudio de los aciertos políticos debían ser la base para nuevos sistemas y programas, ya que en definitiva la política o es una ciencia experimental o no es nada (tal como solía afirmar). Un denunciador sistemático de lo que es moneda corriente hoy en día: La corrupción política. Un férreo defensor de la Tradición, de la Soberanía Política, de la Independencia Económica y de un Republicanismo Político sólo posible con una clase dirigente verdaderamente representativa, con un Líder esclarecido y con un sistema en sí desprovisto del democratismo exaltador de la masa.


¿Qué enseñanza nos dejó Julio Irazusta para los que anhelamos una Argentina distinta en pleno siglo XXI? En el final del Prólogo de su libro “Breve Historia de la Argentina” señala: “Los que están abajo critican a los que están arriba las mismas medidas que ellos aplicarán en cuanto se encumbren en el lugar de las supremas decisiones. Este fenómeno, en el que la causa y el efecto se confunden o el efecto se vuelve causa después de engendrarse con ella, es el problema esencial de la crisis argentina, que no fue provocada por un gobierno determinado sino por un sistema contrario al interés nacional. Y hasta que no se resuelva, el problema seguirá perturbando la vida política argentina (...)”


Con claridad meridiana nos hizo comprender que los pueblos definen su grandeza o su decadencia en las relaciones que tienen con los demás pueblos, en donde la verdadera política es la política internacional: Pueblo que no tiene una buena diplomacia y una clara geopolítica internacional nunca podrá arreglar su desorden interno; pueblo que no rompe con toda forma de dominación extranjera siempre estará condenado a la postración social. Vaya enseñanza de Don Julio para estos tiempos de tanto chiquitaje mental y colonial.



Darío Coria, profesor de Historia y Ciencias Sociales.



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