Abogado, historiador, diplomático, catedrático y docente universitario. Nació en la ciudad de Buenos Aires el 20 de agosto de 1906. Su bisabuelo, Vicente Rosa, había llegado desde España en 1828 y se destacó como director de aduanas durante el primer gobierno de Juan Manuel de Rosas (1829–1832). Fue nieto del Dr. José María Rosa, ministro de Hacienda del general Julio Argentino Roca durante su segunda presidencia (1898–1904).
En 1931 contrajo matrimonio con María Luisa Julia Delfina Bunge, con quien tuvo tres hijos y una hija, José María, Eduardo Manuel, Juan Ignacio y Lucila. Dos años después se doctoró en derecho en la Universidad de Buenos Aires y bajo la tesis ‘Orígenes místicos del Estado’.
Luego de la fundación del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas (8 de agosto de 1938) colaboró con la Revista del Instituto y brindó conferencias pedagógicas. Se sumó a la gesta del 17 de Octubre de 1945 y posteriormente se enroló en la Alianza Libertadora Nacionalista, movimiento que apoyó al General Juan Domingo Perón con una fórmula electoralista propia. En 1951 asumió como presidente del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas y tres años después contrajo matrimonio con Ana María Rocca, con quien tuvo a su hijo Vicente.
Con el Golpe de Estado del 16 de septiembre de 1955 su labor docente fue abruptamente interrumpida. Integró la Resistencia Peronista siendo detenido por espacio de 70 días para luego formar parte activa del fracasado levantamiento cívico-militar del 9 de junio de 1956, razón por la cual se exilió primero en Uruguay y luego en España. Y fue precisamente en el destierro donde se dedicó a seguir investigando sobre nuestro pasado nacional accediendo a diferentes archivos y bibliotecas extranjeras. Integró la comitiva que acompañó al General Perón en su regreso a la Argentina, el 17 de noviembre de 1972. Y tras la victoria nacional-justicialista del 23 de septiembre de 1973 Rosa fue designado por Perón como embajador en Asunción del Paraguay.
Luego del fallecimiento del líder nacional-justicialista fue designado embajador en Atenas, cargo que ejerció hasta el 24 de marzo de 1976. Con el advenimiento del autodenominado ‘Proceso de Reorganización Nacional’ sus libros empezaron a ser retirados de las bibliotecas. Y bajo este contexto va a fundar la revista nacionalista ‘Línea’, una voz disidente en esos tiempos tan aciagos que asolaban al país y cuya frase de cabecera rezaba “la voz de los que no tienen voz”. Los militares buscaron todos los medios para acallarlo, desde el secuestro de la revista hasta innumerables juicios entablados en su contra.
Entre sus obras más destacadas se encuentran “Defensa y pérdida de nuestra Independencia Económica”, una obra clave publicada en el año 1942 que contraponía los efectos negativos del liberalismo económico en nuestro país (liberalismo unitario y pro-inglés) con los efectos positivos del proteccionismo económico nacionalista en tiempos de la Confederación Argentina. En esa década del ’40 saldría a la luz “Artigas, prócer de la nacionalidad”. En la década del ’50 dejaría obras destacadísimas como “La misión García de 1815 ante Lord Strangford”; “El cóndor ciego”. Con su libro “La guerra del Paraguay y las montoneras argentinas” Rosa va a ser muy conocido en Paraguay, siendo invitado a dar asiduas conferencias y asistir a eventos relacionados con el prócer Francisco Solano López. Otras de sus obras fueron “Del municipio indiano a la provincia argentina”; “Nos, los Representantes del Pueblo” y “La Caída de Rosas”. Posteriormente daría a la luz “Rivadavia y el imperialismo financiero”. Su célebre “Historia de la Argentina” aparecería en trece tomos entre 1964 y 1980, siendo considerada una de las mayores obras que haya dado el Revisionismo Histórico Argentino.
José María Rosa murió el 2 de julio de 1991 en la ciudad de Buenos Aires. Una pluma eminente, una moral intachable, un porte inquebrantable, un compromiso firme y decidido para con los destinos políticos de la Argentina, un verdadero patriota de ley. ¿Cuál fue su mayor legado? A través de fuentes documentales inéditas nos hizo ver que es fundamental para comprender nuestro pasado nacional develar la trama y el rol de los diferentes colonialismos de turno. Contribuyó enormemente a la formación de una conciencia nacionalista en el ámbito político, económico, social y cultural, como así también fue un denodado defensor de unidad hispanoamericana.
En estos tiempos de tanto servilismo a los poderes mundiales –por obra y gracia de una partidocracia tan corrupta como entreguista– las obras historiográficas de José María Rosa cobran más vigencia que nunca. Ya lo señalaba con claridad meridiana en “Defensa y pérdida de nuestra independencia económica”: “Una de las curiosas paradojas del liberalismo es que sirvió para enajenar nuestra libertad. Ni la Argentina puede usar hoy, en pleno goce de su soberanía, ni los argentinos somos dueños de una parte suficiente, siquiera, de la riqueza de nuestra tierra. Dejando aparte las frases hechas ¿qué papel real desempeñamos nosotros en nuestra patria? ¿Tenemos en realidad patria?”.
Y como corolario final de esta demoledora obra sostiene: “En los años actuales comprendemos que es necesario, imprescindible, para mantener y consolidar la independencia política, que se haya logrado juntamente con la sana afirmación del espíritu nacional, una suficiente independencia económica. Todo lo demás es literatura”.
Darío Coria, profesor de Historia y Ciencias Sociales.
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