El Revisionismo Histórico es una corriente historiográfica de reinterpretación de la Historia, una escuela de revisión de diferentes procesos históricos tanto a nivel mundial como local. Busca esclarecer y poner mucha luz sobre diferentes procesos del pasado, siempre tergiversados o silenciados por la denominada “Historia Oficial”.
La Historia siempre nos debe servir para comprender cabalmente un pasado, poder así resignificar un presente y proyectar un futuro. Si se la falsifica es precisamente para favorecer (directa o indirectamente) a todo un Sistema o Régimen de Dominación ajeno a los intereses del Ser Nacional, buscándose manipular una realidad a través de la enseñanza educativa y de los medios propagandísticos. En tal sentido, el Revisionismo Argentino siempre buscó estructurar el relato del pasado de una manera profunda con un sentido de coherencia y de verdad.
En nuestro país hubo verdaderas eminencias historiográficas revisionistas, verdaderas mentes prolíficas. Referentes paradigmáticos tales como Adolfo Saldías (considerado el pionero del revisionismo argentino); José María Rosa (de extensa trayectoria y uno de los más referenciales); Ernesto Palacio; Julio Irazusta; Carlos Ibarguren; Federico Ibarguren; el padre Castellani; Jaime María De Mahie (de por sí con obras muy abarcativas sobre religión, raza, biopolítica, política, sociología y economía, siendo además muy influyente en su momento en el Movimiento Nacionalista Tacuara y posteriormente en CEDADE); Manuel Gálvez; Raúl Scalabrini Ortíz y Arturo Jauretche entre otros.
Entre 1881 y 1883 Adolfo Saldías publicó “Historia de la Confederación Argentina”, una obra clásica sobre el período de gobierno del Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas. En 1927 los hermanos Julio y Rodolfo Irazusta, junto con Ernesto Palacio, fundaron el periódico “La Nueva República”. Pero es a partir de los años ’30 cuando las ideas y los proyectos nacionalistas comenzaron a incidir fuertemente en la vida política y cultural de la República Argentina.
Durante esta década se publicaron obras muy destacadas como “Juan Manuel de Rosas. Su vida, su tiempo, su drama”, de Carlos Ibarguren, un libro muy esclarecedor sobre la figura del Restaurador. Los hermanos Julio y Rodolfo Irazusta publicaron “La Argentina y el Imperialismo Británico”, una obra clave que denunciaba el humillante pacto Roca-Runciman, un verdadero acto de vasallaje económico de la Argentina hacia Inglaterra (mayo de 1933), esclareciéndose además sobre una serie de traiciones que habían comenzado con el ministro Bernardino Rivadavia y la primer deuda externa contraída por nuestro país con la financiera inglesa Braring Brothers (1824).
A fines de los años ’30 también vería su aparición “La Historia Falsificada” de Ernesto Palacio, una obra donde se demostraba con criterio investigativo que la realidad del país había sido falseada por la “Historia Oficial”. Años más tarde aparecería su monumental “Historia de la Argentina, 1515-1938”, un libro clave y de muchísima repercusión.
El 8 de agosto de 1938 se fundó el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas (institución oficial desde 1997 y bajo el nombre Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas), donde confluyeron intelectuales revisionistas de renombre: Julio Irazusta, Ernesto Palacio, Ramón Doll, Manuel Gálvez y José María Rosa, este último presidente del Instituto en 1951 luego de formar parte del mismo en 1941 como colaborador de la revista de dicha institución.
Un párrafo aparte merecen sus obras, de por sí muy extensas. En la década del ’40 José María Rosa publicará “Defensa y Pérdida de nuestra Independencia Económica”, un libro clave que contraponía los efectos negativos del liberalismo económico en nuestro país (liberalismo unitario y pro-inglés) con los efectos positivos del proteccionismo económico nacionalista en tiempos de la Confederación Argentina. A su vez “Artigas, prócer de la nacionalidad”, será un libro reivindicatorio del Protector de los Pueblos Libres (figura eminente del proceso emancipador). En la década del ’50 dejaría obras importantísimas como “Nos, los Representantes del Pueblo” y “La Caída de Rosas”. Su célebre libro “Historia de la Argentina”, de trece tomos y aparecida entre 1964 y 1980, es considerado directamente una de las mayores obras monumentales que haya dado el revisionismo argentino.
Raúl Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche fueron dos personalidades destacadísimas del movimiento yrigoyenista-nacionalista FORJA (Fuerza Orientadora Radical de la Joven Argentina, un movimiento que después va a confluir en el Nacional-justicialismo). El primero publicó, iniciándose la década del ’40, su muy destacada “Historia de los Ferrocarriles Argentinos”, donde se demostraba y se denunciaba toda la estructura colonialista pro-inglesa montada en la Argentina con el desarrollo del ferrocarril y bajo la consolidación del modelo agro-exportador de materias primas desde la segunda mitad del siglo XIX. Jauretche (fundador de FORJA) también dejaría obras de renombre entre los ’50 y ’60: “Los Profetas del Odio y la Yapa”, “Política Nacional y Revisionismo Histórico”, “Forja y la Década Infame”, “Manual de Zonceras Argentinas”.
Es innegable que hoy en día convivimos con visiones radicalmente diferentes de la Historia, la oficial internacionalista de izquierdas y derechas y la revisionista de corte nacionalista. Cada una de ellas con sus propias jerarquías de valores a la hora de dar a entender los diferentes procesos históricos del país. Y así como en la actualidad existen esas visiones del pasado, también existen diferentes visiones de la Argentina, la liberal-masónica-extranjerizante-dependiente y aquella de integración con toda la Comunidad Nacional, la que ve un Destino, una empresa colectiva siempre en marcha, una misión en lo universal, anhelos afectivos y espirituales, sueños y esperanzas de dimensiones míticas.
O somos una Nación con un claro destino de grandeza o nos quedamos eternamente en el chiquitaje del coloniaje mental, en lo dependiente y materialista. Prescindir de la verdadera Historia de un Pueblo es algo así como separarse de un Espíritu, de un Yo Despierto. Revisar la Historia y reinterpretarla significará entonces encontrar herramientas que nos permitan comprender el presente para así construir un gran futuro, porque el precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres.
Felicitaciones camarada Dario.
ResponderEliminarMuchas gracias estimado Walter, saludos!
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