En un hecho inédito para las armas de la Patria, un buque de guerra inglés fue tomado por una partida de caballería. El joven Martín Miguel de Güemes, al mando de un grupo de jinetes montados tomó la fragata inglesa “Justina”, de 26 cañones, que por la bajante de las aguas del río había quedado varada. Era el atardecer del 12 de agosto de 1806, Día de la Reconquista de Buenos Aires.
Abierto el proceso político revolucionario con la Gesta de Mayo, Güemes se incorporó al ejército patriota y se le destinó al Alto Perú, formando parte de las tropas que combatieron contra las fuerzas realistas en la batalla de Suipacha (actual Bolivia), el 7 de noviembre de 1810. Una batalla que significó el primer triunfo de los ejércitos argentinos en la Guerra de Independencia contra España.
Hacia 1815 volvió a su Salta natal organizando a su pueblo en la resistencia a los ejércitos realistas. El 15 de mayo de ese año fue electo como el primer gobernador de su provincia, cargo que ejercerá hasta 1820. El 12 de septiembre de 1815, el flamante gobernador creó la “División Infernal de Gauchos de línea”, una unidad destinada a combatir a pie o a caballo, lo que revelaba el interés de Güemes de disponer de una unidad del tipo de los “Dragones”, apta por su movilidad para cubrir largos trayectos y efectuar la defensa a pie de pasos, desfiladeros o lugares de difícil acceso.
En reconocimiento a su arrojo en el combate, el flamante Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón lo ascendió al grado de coronel mayor. Y el General San Martín –por los valores militares demostrados– le confió la custodia de la frontera del noroeste de nuestro país. Producto del accionar de sus gauchos milicianos la situación se tornaba cada vez más difícil para el jefe de las fuerzas realistas, el general Joaquín de la Pezuela. La táctica era el hostigamiento y el acoso permanente hacia el enemigo, lo que se conoció popularmente con el nombre de guerra de guerrillas.
Sin embargo la situación tampoco era nada fácil para las armas patrias. Hacia principios de 1817 el Mariscal realista José De la Serna planeaba la invasión a Salta con un experimentado ejército de más de 5.000 hombres, vencedores en su momento de Napoleón. Pero Güemes, a la altura de la historia, organizó a la provincia en pie de guerra, con un verdadero ejército popular en partidas de no más de veinte hombres.
El 1° de marzo de 1817 Güemes logró recuperar Humahuaca y se dispuso a esperar la invasión, siempre con la táctica del hostigamiento permanente e inesperado hacia el enemigo, su ya famosa guerra de guerrillas. Las fuerzas del realista De La Serna llegaron a Salta el 16 de abril de 1817. El boicot de la población salteña fue absoluto, sufriendo el enemigo permanentes ataques relámpago. Esto generó preocupación y desmoralización en los invasores, y como consecuencia de la victoria de San Martín en Chacabuco (Chile), De la Serna decidió emprender la retirada hacia el bastión realista del Alto Perú.
Hacia marzo de 1819 se produjo una nueva invasión realista. Güemes se preparó nuevamente para resistir sabiendo que no iba a contar con el apoyo de Buenos Aires por las miserias políticas que rodeó al nuevo Director Supremo de las Provincias Unidas, José Rondeau. La prioridad de Rondeau no era la Guerra de Independencia sino poner fin al modelo patriótico y federal artiguista en la Banda Oriental.
A pesar del desprecio del Directorio unitario de Buenos Aires, a pesar de los campos arrasados, de la interrupción del comercio con el Alto Perú producto de la interminable guerra, de las lágrimas y agonías que había que soportar en Salta, de la miseria generalizada, el prestigioso caudillo y gobernador salteño siguió resistiendo con honor. En febrero de 1820 el general realista Canterac ocupó Jujuy y a fines de mayo logró tomar la ciudad de Salta. El Héroe resistió una vez más y con el espaldarazo que le había dado San Martín al nombrarlo desde Chile General en Jefe del Ejército de Observación sobre el Perú. Canterac terminó como De La Serna y se tuvo que retirar con su ejército hacia el Norte.
En el marco de las guerras civiles entre unitarios y federales, las divisiones internas en Salta debilitaron el poder de Güemes, facilitando la penetración española en territorio norteño. Los sectores poderosos de la provincia no dudaron en ofrecer su colaboración al enemigo con tal de eliminar al líder popular. José María Valdés, coronel salteño a las órdenes del ejército español, avanzó con sus hombres y ocupó Salta el 7 de junio de 1821.
Valdés contó con el apoyo de los terratenientes salteños. Güemes se refugió en la casa de su hermana Magdalena Güemes de Tejada, "Macacha", y al escuchar disparos decidió escapar a caballo. En la huída recibió un balazo por la espalda. A pesar de ello siguió con una increíble y altísima moral de combate, ya que si bien llegó gravemente herido a su campamento de Chamical intentó preparar la novena defensa de Salta, reuniendo a sus oficiales, transfiriendo el mando y dando las últimas instrucciones.
Murió el 17 de junio de 1821, con tan sólo 36 años de edad, en la Cañada de la Horqueta, cerca de la ciudad de Salta. Su muerte fue producto de un complot entre la oposición contra su política de sectores elitistas de Salta y Jujuy, y la oposición política y militar del por entonces presidente de la República del Tucumán, Bernabé Araoz. Los pedidos de ayuda de Güemes a Buenos Aires eran permanentes y siempre desoídos.
La clases adineradas salteñas le comenzaron a quitar respaldo ya que se sentían amenazadas por el poder de Güemes y sus gauchos armados, quien les aplicó impuestos forzosos sobre sus riquezas que no toleraron. Apenas unas semanas después de su muerte, sus hombres obligaron al ejército español a evacuar Salta. La Guerra Gaucha seguía en pie. Fue la última invasión realista al norte argentino con lo que Güemes —aunque no llegó a verlo— finalmente venció a sus enemigos.
De esta manera se iba para siempre un verdadero Arquetipo de la Patria, un verdadero Héroe de la Independencia Nacional cuya actuación fue realmente crucial: Sin su tenaz resistencia en el noroeste argentino no hubieran sido posibles las campañas libertadoras del General San Martín. En 1999 el Congreso de la Nación Argentina declaró el 17 de junio como el Día Nacional de la Libertad Latinoamericana mediante la sanción de la Ley 25.172, y desde 2016, se incorporó esta fecha como feriado nacional y día no laborable en todo el territorio nacional (Ley 27.258).
En su obra ‘Martín Guemes, el héroe mártir’ (Ed. Ciudad Argentina, pág. 325), el licenciado en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán, Luis Oscar Colmenares, afirma: “Los argentinos necesitamos conocer debidamente nuestras raíces. Sólo así podremos captar en su plenitud los fines que persiguieron los fundadores de la patria, los sacrificios que fueron necesarios realizar, los múltiples obstáculos que debieron superarse, los logros obtenidos y los fracasos sufridos. Si conocemos nuestras raíces estaremos en condiciones de captar íntegramente el mensaje de los próceres de la emancipación, muchas veces presente especialmente en sus obras. Hubo quienes dispusieron de muy poco tiempo para escribir, como fue el caso de Martín Miguel de Güemes”.
Fue un gran colaborador en el proyecto emancipador del General Don José de San Martín, un innovador estratega militar. Su descomunal valentía y arrojo en pos de la unidad nacional provocó la admiración y el odio de muchos. Ante un nuevo aniversario de su muerte… ¡Gloria eterna al Líder y Conductor de la Guerra Gaucha! ¡Gloria eterna al Héroe de la Independencia Nacional!
Darío Coria, profesor de Historia y Ciencias Sociales.