martes, 18 de marzo de 2025

PRAXIS DE LA ECONOMÍA ORGÁNICA NATURAL

 

La economía orgánica -como concepción anti-individualista y anti-liberal-, se fundamenta en su paradigma “el Bien Común debe prevalecer sobre todo bien privado”. Rompe con los esquemas económicos materialistas liberales y marxistas. El capital debe estar siempre subordinado a la Soberanía de la Nación, y no el capital ser el amo de la Nación bajo un paraguas internacional o bajo lo que vulgarmente se conoce como “leyes del mercado”. Bajo el actual sistema económico capitalista el pueblo vive para la economía y la economía se halla al servicio del capital agiotista-especulativo internacional. Las inversiones extranjeras pueden ayudar al crecimiento de un país, de ello no cabe la menor duda, pero es falaz el argumento de que las inversiones extranjeras son “vitales” y “únicas” para que la Nación salga adelante (discursos de izquierdas a derechas si los hay).


¿Qué debe realizar entonces un Estado que asume con fuerte decisión poner en práctica una economía orgánica natural? Siendo fiel a esa ética y moral social anteriormente señalada, lo primero será atender lo urgente, lo lastimoso e indigno de la Nación generado pura y exclusivamente por políticos miserables: Atender a la masa de desocupados, pobres, indigentes y jubilados mal retribuidos en todos sus años de aporte. Arbitrar los medios para poner a trabajar y capacitar a los desheredados bajo un estratégico y estructural plan de obra pública a lo largo y ancho del país, como así también generando subsidios genuinos para trabajos en el sector privado. Ello en lo inmediato.


En lo estratégico y de fondo, establecer un patrón de emisión monetaria Peso-Trabajo en donde sólo se emita dinero para pagar el trabajo realizado (mecanismo dinamizador de la economía que no genera inflación). El respaldo de esa emisión monetaria se apoya en el trabajo productivo y en la riqueza real de la Nación. Este patrón monetario termina así con el descalabro de que siempre se va a depender de una permanente entrada de dólares para que no se devalúe la moneda nacional, lo que equivale a cortar de raíz el accionar de parásitos especulativos, de la Alta Finanza globalista que por el motivo que sea siempre fugan dólares. La Internacional del Dinero no tiene Patria.


¿Cómo se puede implementar lo anterior si no se posee un Real Señorío de lo Propio (al decir de Jordán Bruno Genta)? Para cortar con esa economía de gobiernos gerenciadores del más crudo capitalismo (tecnócratas de la plutocracia internacional), la clave estará en cortar de raíz el agio especulativo estableciendo con fuerza de ley la figura de ‘terrorismo económico’ para el interés (la usura), para todo crecimiento de dinero que se realiza sin el más mínimo esfuerzo productrivo. Lo segundo, y en paralelo, será nacionalizar los resortes vitales del funcionamiento de una economía, pero no en un sentido colectivista burocratizante (al más puro estilo comunista o filo-comunista) sino en el sentido de regir una economía para que la misma sea orgánica, natural, en función de intereses estratégicos de crecimiento geopolítico.


La palabra de orden es PROTEGER. ¿A quién concretamente? A los habitantes que hacen grande al país. ¿De quién? Del capital internacional y sus “leyes”. En este sentido cobra vital importancia el establecimiento de un férreo proteccionismo industrial, que a modo de ejemplo puede inspirar mucho la Ley Nacional de Aduanas establecida bajo el gobierno del Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas (ley sancionada en diciembre de 1835). Un proteccionismo ajustado solamente en aquellos productos que el país es capaz de fabricar, garantizando así su desarrollo como otra de las grandes metas prioritarias. Ello arrastraría a un comercio exterior que exportaría producción nacional, valor agregado. Y en tal sentido, una de las grandes falacias de los economistas y políticos liberales es hacernos creer que las grandes potencias mundiales son liberales y no proteccionistas.


¿Qué función cumplirían entonces los bancos? A diferencia de la banca usurera ya conocida, los “bancos nacionalistas” se desarrollarían sobre principios ético-económicos-legales, siendo un sistema financiero diferente basado en la solidaridad y la moral hacia el compatriota y no puesto al servicio del individualismo egoísta capitalista. Tendrían como primera norma la prohibición de pagar y de recibir interés por el dinero. Establecer un sistema de crédito justo que permita el desarrollo de la economía, valga decir, la captación de capital en depósitos diversos; inversiones lícitas productivas en función de las reales necesidades de la Nación; distribución de utilidades y/o pérdidas.


El banco se estaría asociando con un determinado capital con un trabajador, prestándole dinero sin interés para un emprendimiento determinado, con una distribución fija de las utilidades para ambas partes. En caso de pérdidas, o quiebra, el banco pierde el capital y el trabajador su esfuerzo o trabajo. Ambos pierden. En caso de ganancias se distribuye proporcionalmente el capital invertido. Los depósitos se pueden atraer a estos bancos nacionalistas ofreciendo incentivos: Dar algo, en dinero o en especie, por los depósitos libres de interés (depósitos libres de usura); ofrecer a los depositantes reducción o exención en el pago de cargos por los servicios del banco; dar prioridad a los depositantes en las facilidades que brinda la institución bancaria.


En paralelo, se hará vital sancionar una ley de prohibición de endeudamiento hacia el extranjero (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial u otro órgano internacional globalista), desterrando para siempre esa cultura de endeudamiento que tanto daño le ha hecho al país. En todo lo señalado la Argentina se inserta con su estructural y parasitaria Deuda Pública Nacional, con el agravante de que la Deuda Externa se contrajo de manera ilegítima e ilegal conforme al histórico fallo de la justicia argentina del 14 de julio de 2000, deuda originada desde el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983) y que creció de manera exponencial con los sucesivos gobiernos civiles pseudo-democráticos desde 1983 en adelante. Así como están los esclavistas están los pagadores seriales que históricamente han rendido tributo a los jerarcas de la Usura Internacional. La Deuda Externa se deberá pagar en lo lícito que se deba pagar, no es su estafa.


El Estado nacionalista debe buscar un equilibrio entre lo público y lo privado. Debe dejar de crecer por crecer, debe terminar de ser elefantiásico, burocratizante, lleno de personas que no cumplen un verdadero rol de trabajo, lleno de parásitos. Debe cortar partidas presupuestarias innecesarias (muchas de ellas verdaderas roscas políticas), debe buscar siempre el superávit fiscal como también meta prioritaria y equilibrio ordenador de cuentas públicas. Cortar con la cultura de gastar sin medir el endeudamiento que ello genera. Como consecuencia, al haber cuentas públicas equilibradas se podrá realizar la eliminación de impuestos innecesarios, degradantes, y de esta forma se podrá implementar otra medida fundamental: El establecimiento de una carga impositiva básica y progresiva.

  

Para un Estado que pone en práctica una economía orgánica natural, la tierra no es una mercancía ni un simple factor de producción, es una parte vital en la vida de cada uno de los pueblos. Tampoco es un bien de renta, es un bien de trabajo. A su vez, campesino es todo aquel que trabaja su terruño de manera incondicional y por arraigo. Por consiguiente, el título honorífico de “campesino” debe corresponder por derecho propio a todo aquel argentino vinculado a su tierra. El ciclo económico debe respetar siempre las etapas de producción, industrialización, comercialización y consumo. De nada valdría a los chacareros producir si en el país no hubiera consumo o si la exportación no insumiera al remanente de su producción. 


De lo anterior se plantean las siguientes ideas-fuerza: Adquisición de tierras productivas para argentinos; prohibición de su utilización para la especulación financiera o para generar cualquier tipo de renta sin trabajo, aboliéndose las hipotecas de tierras a prestamistas privados; fomento de asociaciones cooperativas para el comercio mayorista de productos primarios, precios, suministro de maquinarias u otros elementos para el desarrollo rural; formación y capacitación profesional adecuada; otorgamiento de créditos estatales para el desarrollo productivo rural; nacionalización o expropiación –según el caso– de tierras en posesión de no-argentinos agiotistas; establecimiento de un férreo proteccionismo arancelario en defensa de la producción primaria local.


Es el Capital Humano, el Pueblo, el mayor activo para lograr y mantener grados de libertad e independencia sobre los intereses extranjeros financieros colonialistas. Es el Capital Humano formado no solamente en aptitudes técnicas o científicas, que son fundamentales para el desarrollo económico, sino también en valores humanos y culturales, en la conservación de las tradiciones; en un Estado que tiene la obligación moral de privilegiar el desarrollo humano, de hacer realidad un Pueblo fuerte y digno, de poner en práctica con escoba de hierro una economía orgánica natural.




Darío Coria, profesor de Historia y Ciencias Sociales.


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