El anclaje de la moneda nacional al Dólar es lo que comúnmente se denomina “tipo de cambio”, vale decir, la relación que existe entre el valor de una moneda local y el de una extranjera, o expresado de otra forma, la cantidad de dinero que se necesita para poder comprar una unidad de moneda extranjera, en este caso la moneda más fuerte del mundo. En ese anclaje existe una dinámica intrínseca por la cual la divisa de un país sistemáticamente se devalúa frente a la poderosa divisa norteamericana (patrón de pago internacional luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial).
¿Quién fija el tipo de cambio bajo la economía capitalista? En teoría se nos dice habitualmente que el tipo de cambio es el resultado del equilibrio entre la demanda y la oferta de divisas. Los que demandan moneda extranjera vendrían a ser los importadores de mercaderías y servicios, los particulares por ahorro, el turismo, la especulación y el propio Estado. A su vez, la oferta de divisas la proveen los exportadores, la entrada de capitales para invertir, el ingreso de moneda extranjera por parte de particulares y el Estado. En Argentina, el tipo de cambio es fijado históricamente por el Banco Central.
¿Qué efecto se produce entonces si no hay una oferta “óptima” de divisas? ¿Qué ocurre si no hay entrada de capitales para invertir, si no hay dólares para “ofertar”? Al romperse el equilibrio entre oferta y demanda entonces se produce una devaluación de la moneda local. Y los efectos de este sistema de devaluación son letales: Desaceleración, estancamiento y crisis de la economía, inflación, precarización laboral y desocupación, lo que lleva consecuentemente a la pobreza y la indigencia.
Para terminar con ese descalabro, de que siempre se va a depender de una permanente entrada de dólares para que no se devalúe la moneda nacional, el sistema del Patrón-Dólar debe ser reemplazado por un sistema diferente, no estrictamente monetario. Esto equivaldría a cortar de raíz el accionar de parásitos especulativos, de la Alta Finanza globalista que por el motivo que sea siempre fugan dólares, ya que el capital agiotista y la Internacional del Dinero no tienen Patria.
Para el actual sistema capitalista del Patrón-Dólar es el Capital el que produce la riqueza, mientras que para una economía estrictamente nacionalista y con pleno ejercicio de Soberanía, un Patrón-Trabajo es es aquel en donde pura y exclusivamente el Trabajo es el que produce la riqueza. Cada uno de los miembros de una Comunidad Nacional son los que tienen la capacidad de siempre crear productividad en beneficio del Pueblo. De esta manera el sistema del Capital puesto en función social del Patrón-Trabajo sólo emite moneda para pagar un trabajo realizado.
¿En qué estaría respaldada la moneda de un país bajo este sistema? Simplemente bajo el trabajo productivo y la riqueza real de la Nación, y no, como en el actual sistema económico que nos rige, por una moneda extranjera y en base a la falacia de la "confianza de los mercados". La masa monetaria de un país debe ser exactamente igual a la riqueza real y tangible de dicho país y no que haya más dinero o menos dinero que bienes y servicios disponibles. Si el Estado lleva adelante una política de creación de dinero primero debe crear riqueza, o sea, trabajo. Bajo una economía netamente capitalista se crea dinero para “financiar” obras, mientras que en una economía nacionalista primero se pone el acento en trabajar en las obras, y al existir ese trabajo físico y real entonces se emite dinero en la medida que la obra de trabajo queda terminada, dinero emitido cuyo fin excluyente es pagar al trabajador.
Por consiguiente, mientras en los países capitalistas si no hay dinero no hay trabajo, bajo una órbita económica de Patrón-Trabajo si no hay dinero de antemano no importa, porque la mirada se puntualiza en la voluntad de generar riqueza desde lo productivo (funcionamiento de fábricas), y por ende el dinero aparece y es emitido (retribución económica por el trabajo realizado). Bajo este sistema el control de la emisión de la moneda lo lleva adelante el Estado y no los banqueros, no el “mercado”. La masa monetaria circulante aumenta conforme al valor real de una obra realizada.
El dinero no tiene valor por sí mismo, sólo es un bono por trabajo efectuado, una mera herramienta para facilitar el intercambio de trabajo, bienes y servicios. Nadie puede ponerse a crear dinero si el mismo no representa operaciones comerciales susceptibles de ser realizadas o si no representa una riqueza real creada. Por eso el Patrón-Trabajo es el modo más eficaz de saltarse los mecanismos de aquellos que emplean la emisión de dinero como una herramienta de dominación especulativa.
Si el Estado crea dinero para pagar a un trabajador que produce algo, entonces el aumento de la masa monetaria no tendría por qué repercutir en un aumento de la inflación ya que también se han aumentado en la misma medida los bienes disponibles producidos. Mientras el dinero esté respaldado por un activo tangible no puede existir nunca esa aberración económica llamada inflación, aberración típica de economías plutocráticas capitalistas y colectivistas (capitalismo de Estado).
Esta es la razón por la cual el capitalismo se denomina así, porque sin capital no se puede empezar ninguna actividad económica, lo que es falso. En su ideología de base el dinero es la medida de todas las cosas. Lo mismo ocurre con el enfoque teórico del marxismo que postula que por más que existan los factores productivos de la tierra y de la mano de obra si no existe el otro componente esencial (en su visión) que es el capital (el dinero), entonces ocurre lo mismo, la actividad productiva no se lleva adelante. En tal sentido, tanto el capitalismo como el marxismo son dos caras de una misma moneda: El Poder Mundial del Dinero.
El sistema económico nacionalista del Patrón-Trabajo es vital, porque su esencia consiste en ser una herramienta de intercambio de trabajo, bienes y servicios. Es sólo el Trabajo el que puede crear riqueza (y no el dinero), que de ponerse en práctica terminaría para siempre con la avaricia de los grandes banqueros internacionales que esclavizan a los pueblos con el manejo de sus economías, vale decir en esencia, con el sistema del Patrón-Dólar y con la cultura del endeudamiento permanente.