sábado, 24 de febrero de 2024

LA PRÁCTICA DEL ABORTO COMO NEGACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS


A través de un fuerte aparato educativo, propagandístico y cultural, el marxismo cultural instaló siempre la idea del “derecho al aborto libre, seguro y gratuito”. La ley N° 27.610 sobre el aborto fue aprobada por el Congreso de la Nación Argentina el 30 de diciembre de 2020, durante el gobierno de Alberto Fernández, y publicada en el Diario Oficial el 15 de enero de 2021. La norma aprobada establece que las mujeres pueden acceder al aborto hasta la semana 14 de gestación, sin establecer causal alguna. Y fuera de ese plazo, el artículo 4° de la ley señala que se puede acceder al aborto cuando el embarazo es producto de una violación o “si estuviere en peligro la vida o la salud integral de la persona gestante”. Valga decir, causales muy amplias y ambiguas.


¿Qué es el aborto?


Es una práctica criminal porque termina con la existencia de una persona, de un ser humano totalmente débil e inocente. El niño por nacer ya es una persona existente. Y es a partir del momento en el que el óvulo es fecundado por un espermatozoide que comienza su existencia. Categorizar a las personas en gestación en "deseados" o "no deseados" es muy discriminativo, y legalizar el aborto en base a este criterio constituye el peor de los autoritarismos: La ley del fuerte eliminando físicamente al más débil con la excusa de que es "no deseado".


El Código Civil y Comercial, en su artículo 19, sostiene “la existencia de la persona humana comienza con la concepción”. El Código Penal, capítulo 1°, Delitos contra la Vida, Título 1, Delito contra las personas, en su artículo 88 establece “será reprimida con prisión de uno a cuatro años, la mujer que causare su propio aborto o consintiere en que otro se lo causare. La tentativa de la mujer no es punible”. La Declaración Universal de los Derechos Humanos (proclamada el 10 de diciembre de 1948 en la ONU) sostiene en su artículo 3° que “todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”.


El Pacto de San José de Costa Rica, Capítulo II, Derechos civiles y políticos, en su Artículo 4° sobre el Derecho a la vida, sostiene: "Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente". El artículo 75, inciso 22 de la Constitución Nacional, le da jerarquía constitucional a los Tratados de DDHH. La Convención sobre los Derechos del Niño (adoptada por la Argentina) dispone en su artículo 6°: “Los Estados parte reconocen que todo niño tiene el derecho intrínseco a la vida”. Si hemos firmado tratados de respeto por los Derechos Humanos ¿es justo que se pueda considerar como un “derecho” de alguien el eliminar físicamente a otro?


Cuando se esgrime una supuesta libertad de las mujeres al disponer del "propio cuerpo" se oculta maliciosamente que el aborto resulta en la culminación física del cuerpo de otro ser. Y aunque se trata del propio cuerpo maternal no existe una libertad absoluta entendida como hacer con él lo que nos plazca. Es como pretender querer caminar desnudos por la calle como si nada. Toda interrupción presupone la suspensión de un proceso que luego podría continuar. Y no es el caso precisamente con la autodenominada "interrupción voluntaria del embarazo", ya que el aborto termina con una vida humana, provoca la eliminación de una persona.


El aborto transgrede los principios fundamentales de la ética de la medicina y de la defensa de la vida. Desconsidera los Derechos Humanos y el valor de la vida. Y desde la práctica médica, la negación de la objeción de conciencia colisiona con las creencias de los profesionales y su posibilidad de negarse a la realización de un hecho aberrante contra su libertad de conciencia y sus principios éticos y científicos, marco dado hace veinticinco siglos por el juramento hipocrático cuyo autor, Hipócrates, el padre de la Medicina, prohibió a los médicos la realización de abortos.


Al servicio del globalismo


Gracias al interés de la Fundación Rockefeller, y al ser su patrocinador histórico, la multinacional abortista Planned Parenthood entró de lleno en las Naciones Unidas y el tablero geopolítico (y biopolítico) mundial. En 1994 la ONU organizó la conferencia sobre población en El Cairo, Egipto, para avanzar con la agenda  de los “derechos reproductivos”. Esta agenda recibió el apoyo total de la administración Clinton, así como años después lo haría el presidente Obama (2009-2016). Esta conferencia formó parte de otras grandes conferencias que son parte de un proyecto totalitario de control global e ideológico.


En el 2009 se creó un sistema de financiamiento de ONGs para el activismo y la ingeniería social, lo que desembocó en un "filantro-capitalismo", un modelo económico centrado en donaciones para fundaciones sin fines de lucro con el incentivo de que dichas donaciones bajarían la carga impositiva de las compañías auspiciadoras y con el claro propósito de imponer la agenda progresista en el mundo (ESI, aborto, uniones homosexuales, inmigración masiva, etc). Entre los magnates fundadores se encontraban David Rockefeller, Bill Gates, George Soros, Ted Turner, Michael Bloomberg y Warren Buffet, todos unidos en un mismo ideal: El problema más grande que afecta a la humanidad es la sobrepoblación, hay demasiados pobres, y por lo tanto la solución es la "salud y derechos reproductivos", con la ESI y el aborto como columnas centrales en el adoctrinamiento de nuevas generaciones.


Esta iniciativa de salud global terminó en el 2016 con la llegada de Donald Trump a la presidencia, quien le puso un freno al proyecto globalista de control totalitario. Bloqueó todo tipo de ayuda económica a distintas ONGs que tienen como fin la promoción del aborto, sacó a EEUU de los acuerdos de París (siendo una de las principales organizaciones detrás de esos acuerdos Planned Parenthhod) y dejó sin financiación a la Organización Mundial de la Salud. Pero el 28 de enero de 2021, con la llegada al poder de Joe Bien se volvió marcha atrás y EEUU reingresó a los Acuerdos de París.


La Organización Mundial de la Salud (OMS) es clave en las relaciones internacionales al presionar a los países miembros a aceptar la agenda progresista bajo el paraguas de "normas de salud". De hecho tiene miembros y sponsors de la agenda global como IPPF, el Banco Mundial, ONU y UNICEF entre otros. La Fundación Gates es el contribuyente privado más grande de la OMS. Fue la que financió la construcción de su sede en Ginebra, Suiza, lo que supone que las prioridades de la OMS son en realidad las prioridades de Bill Gates. La influencia del magnate es tal que es tratado directamente como si fuera un jefe de Estado no sólo dentro de la OMS sino del G-20. El objetivo de la Agenda 2030 de la ONU es cumplir con todas las metas establecidas por las grandes conferencias de ese organismo multilateral, organizadas por Planned Parenthood bajo el auspicio de la Fundación Rockefeller.


Pero la Agenda 2030 comete un error ideológico de consecuencias nefastas: Sin derecho a la vida cualquier propuesta de "desarrollo sustentable" carece de sentido. El primer derecho del ser humano es el Derecho a la Vida y todo otro derecho es complemento de este derecho fundamental.


Conclusión


¿Hay moral más falsa que la que propone el aborto sin explicarle a la madre que lo que en realidad se va a producir es el homicidio de su propio hijo, despedazado en su propio vientre y succionado por partes? Un ser empieza a vivir desde el momento de su concepción, de la unión del óvulo y del espermatozoide dentro del vientre materno. Por lo tanto es un ser independiente y único, un embrión con genética propia, que si bien no tiene todavía formada sus partes, lo sustancial es que tiene vida, y por lo tanto crece.


La vida no es algo que se deba discutir, es algo que siempre se defiende porque es el primer derecho de todos los Derechos Humanos habidos y por haber. Por eso el aborto no es algo que se deba debatir si se está a favor o en contra, no se puede discutir si un niño debe seguir viviendo o si debe morir. Ni siquiera el indefenso niño pidió nacer, sino que es traído al mundo por la más pura y exclusiva responsabilidad de sus progenitores. Ante la avanzada del globalismo y su control poblacional, digamos SÍ A LA VIDA Y A LOS DERECHOS HUMANOS, DIGAMOS NO A LA CULTURA DE LA MUERTE.




Darío Coria, profesor de Historia y Ciencias Sociales.



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