El Batallón de Infantería de Marina N°2, la Agrupación Comandos Anfibios y una sección de tiradores del Ejército Argentino fueron las principales fuerzas que formaron parte del Operativo Rosario, la sorpresiva acción militar de Reconquista que tomó por las armas nuestras Islas Malvinas aquel emblemático 2 de abril de 1982.
Luego de establecerse a partir de las 00.30 horas del 2 abril una cabecera de playa en la zona oeste de las Islas Malvinas, el grupo comando avanzó sobre el denominado Port Stanley por los ingleses, valga decir Puerto Argentino, y los marines británicos finalmente se replegaron sobre el casco urbano. Como es sabido en las primeras acciones en tierra malvinense cayó herido de muerte el capitán de corbeta Pedro Edgardo Giachino, quien se convirtió de esta manera en el primer mártir.
Ya con el control de los principales puntos y accesos, las fuerzas argentinas comenzaron a ampliar el perímetro para evitar que los soldados británicos pudieran lanzar un ataque desde posiciones externas no descubiertas. Hacia las 09.25 horas el consternado gobernador Rex Hunt había decidido parlamentar con los argentinos, poniéndose en contacto de radio a través del vicecomodoro Héctor Gilobert con el destructor “Santísima Trinidad”, buque insignia de la flota de asalto. Solicitó encontrarse con el jefe de las fuerzas argentinas en Puerto Argentino.
El contraalmirante Carlos Busser, jefe de la operación anfibia, no dudó en dirigirse allí, siendo acompañado por los capitanes británicos Roscoe y Monnereau, todos desarmados. Rex Hunt se negó a darle la mano, y en un acto de altanería ordenó al contraalmirante Busser a que abandonara las islas con todas sus tropas. El comandante argentino simplemente hizo valer un argumento mucho más valedero. Disponía de unos 700 hombres sitiando Puerto Argentino, y con una gran cantidad de hombres desplegados ya en el aeropuerto, Darwin y Pradera de Ganso.
Después de un breve y tenso encuentro, el gobernador Hunt finalmente ordenó la rendición de las tropas británicas. La operación de recuperación de las islas Malvinas es considerada por historiadores y analistas militares como una de las acciones militares más incruentas y más profesionales de la historia militar contemporánea. Y actualmente es objeto de estudio en las principales academias militares extranjeras, así como un ejemplo del empleo de la fuerza para la obtención benigna y a su vez letal de un objetivo político.
Las Islas Malvinas volvían a ser argentinas después de 149 años de usurpación británica. Una vez más, la pérfida Albión se rendía ante nuestras armas, tal como ocurriera durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807, o como también sucediera luego de haberse librado el enorme y desigual combate de Vuelta de Obligado en 1845, en épocas de la Confederación Argentina de Juan Manuel de Rosas.
Lo políticamente sustancial fue que se recuperaron las Islas Malvinas, usurpadas desde enero de 1833 por la prepotencia y la brutalidad del colonialismo inglés. El pueblo argentino supo diferenciar la recuperación de nuestro patrimonio territorial de lo que era la dictadura militar que gobernaba los destinos de nuestro país por aquel entonces.
¿Qué reflexión podemos hacer ante un nuevo aniversario del 2 de Abril? Honrar a nuestros Héroes. Honrar a todos aquellos que dieron la vida por una causa superior, pero no desde el recuerdo o desde un mero acto. Debemos honrarlos desde una definitiva toma de conciencia. Debemos comprender que hoy en día es imprescindible luchar para lograr una auténtica Soberanía Política, una auténtica Soberanía Económica y una auténtica Soberanía territorial respecto a los actuales poderes de explotación mundial.
Ser libres de toda forma de dominación extranjera para realizarnos en el Bien Común. Sin dialécticas desmalvinizadoras, sin demagogias en el discurso, sin desidias políticas internas que tanto duelen para así poner en práctica y de manera definitiva un Destino Grande de Nación. La Soberanía Política siempre se debe afirmar en un “Real Señorío de lo Propio”, en una integridad territorial. Y sin ella ningún gobierno puede tomar decisiones plenas ni administrar justicia conforme al Bien Común. Aceptar intromisiones foráneas significa entonces entrar en una contradicción misma. Nunca podrá existir un franco estado de paz a nivel mundial mientras el respeto a la integridad de los países no predomine sobre cualquier otra consideración.
A su vez, la Soberanía Política no es una expresión de deseos ni una mera formulación jurídica. Es una voluntad irrenunciable que debe existir en todo verdadero Estado. Es un principio rector que siempre se debe llevar adelante y que consiste en poner en práctica el ejercicio pleno del poder sobre todo lo que es propio, sobre todo lo que es nuestro y sin ningún tipo de atropellos extranjeros.
En 1990 el gobierno argentino de Carlos Saúl Menem firmó con el gobierno inglés los tratados de Londres y Madrid, tratados de verdadera humillación y sumisión a Inglaterra que le dan la supremacía militar y de patrullaje en todo el archipiélago malvinero. Tratados que lamentablemente se ocultan y que nunca han sido derogados por la partidocracia gobernante de turno. Una partidocracia que en mayor o menor grado ha llevado adelante un sistemático proceso de desmalvinización desde 1983 en adelante. El ex presidente Raúl Alfonsín se refirió en su momento a Malvinas como “acto demencial” y “carro atmosférico”.
Para Carlos Menem fue una “triste y traumática mancha en la historia de nuestras relaciones con Gran Bretaña”. Para Néstor Kirchner fue “otro crimen de la dictadura” y Mauricio Macri se pronunciaba con sendas frases tan desafortunadas como las anteriores, al sostener: “Nunca entendí los temas de soberanía en un país tan grande como el nuestro”, o “las Malvinas serían un déficit adicional para el país”. Este es el sentido que los cipayos y corruptos de siempre le dan a la gesta malvinera, reforzando siempre la idea de “aventura loca”, o que hubo “chicos de la guerra”. Vale decir, un desprecio imperdonable que en definitiva es lo mejor que le puede pasar a la diplomacia británica.
La causa de nuestras Islas Malvinas siempre va a seguir vigente, siempre va a estar en el Espíritu de Libertad de cada uno de los argentinos de bien, siempre se va a canalizar en toda una conciencia colectiva que siente orgullo de sí misma. Siempre va a estar presente en una idea sana de auto-determinación nacionalista. Por eso nunca va a ser posible encarar un gran destino de país sin Unidad Nacional, sin renunciar a apetencias personales y egoístas. Malvinas es símbolo de Identidad Nacional y de causa justa. Este debe ser el principal sentido de reivindicación de nuestros Héroes del Atlántico Sur. Este debe ser también el principal sentido de reivindicación de Soberanía Política en nuestras queridas Islas.
Ante un nuevo aniversario de la Gesta del 2 de Abril -Gesta que sin lugar a dudas entra en los laureles de la Patria Grande-, reafirmemos nuestra Identidad, reafirmemos nuestro Ser Nacional. Redoblemos una lucha nacionalista de unión entre todos los argentinos. Ya lo decía con claridad meridiana el célebre José Hernández en su inmortal obra ´Martín Fierro´: “LOS HERMANOS SEAN UNIDOS PORQUE ESA ES LA LEY PRIMERA; TENGAN UNIÓN VERDADERA EN CUALQUIER TIEMPO QUE SEA, PORQUE SI ENTRE ELLOS SE PELEAN LOS DEVORAN LOS DE AFUERA”.
Malvinas es la guerra inconclusa; Malvinas tiene Héroes; Malvinas está en el corazón de todo el Pueblo; Malvinas es una forma de sentir; Malvinas es Tradición, Patria, Amor; Malvinas es Disposición, es Entrega, Sacrificio, Orgullo, Arrojo, Valor y Nobleza… Por los Héroes del Atlántico Sur, por los próceres de la Patria Grande y por la dignidad de la Nación Argentina gritemos bien fuerte: ¡¡¡ MALVINAS VOLVEREMOS!!!
Darío Coria, profesor de Historia y Ciencias Sociales.