jueves, 13 de octubre de 2022

17 DE OCTUBRE DE 1945, EL SUBSUELO DE LA PATRIA SUBLEVADO


A pesar de haberse agitado el ambiente sindical y que hasta inclusive la mismísima Confederación General del Trabajo había decretado una huelga general para el día 18, todo sucedió de manera vertiginosa y espontánea. Lo que ocurrió el famoso miércoles 17 de octubre de 1945 superó a todos: Al endeble gobierno, a la Fuerzas Armadas, a los partidos políticos, a los grandes diarios opositores y también al mismísimo Juan Domingo Perón.


Pago de vacaciones; aguinaldo; previsión de accidentes laborales; convenios colectivos a favor de los trabajadores; aumento de salarios; extensión del régimen jubilatorio; creación de Tribunales de Trabajo para la regulación de conflictos entre patrones y obreros; sanción del Estatuto del Peón (lo que tanto había enfurecido a los sectores concentrados del campo). Las amplias medidas sociales establecidas por el entonces Coronel Perón desde la flamante Secretaría de Trabajo y Previsión Social -en el marco de la Revolución Nacional del 4 de Junio de 1943- habían generado una inédita redistribución de la riqueza y de armonización entre el Capital y el Trabajo. 


Sin embargo, el gobierno del General Edelmiro Farrell estaba cada vez más cercado por una importantísima fuerza opositora: La embajada norteamericana (y a través de ella Inglaterra); la Unión Industrial Argentina; la Sociedad Rural Argentina; la Bolsa de Comercio; la Federación Universitaria Argentina; las asociaciones de comerciantes y ganaderos; los tradicionales partidos políticos; la totalidad de la Marina -netamente anti-peronista- como así también un importante sector del Ejército.


La popularidad del Coronel Perón fue creciendo cada vez más. Desde principios de 1944 empezó a ejercer el Ministerio de Guerra y desde junio de ese año la mismísima vicepresidencia de la Nación. Pero el triunfo aliado en la Segunda Guerra Mundial dio un vuelco a la situación: Desde mayo de 1945 hizo su arribo a nuestro país un personaje de suma importancia por los hechos posteriores, el embajador de EEUU Spruille Braden, quien durante más de cuatro meses fue el conductor de la oposición al gobierno y dentro de la cual se hallaban la Unión Cívica Radical, el Partido Socialista, el Partido Comunista y los conservadores.


El 8 de octubre de 1945 el enfrentamiento entre el Coronel Perón y el General Eduardo Ávalos, Jefe de Campo de Mayo (la guarnición militar más importante del país) aceleró el proceso. La oficialidad superior le pidió a Perón que renunciara a sus tres cargos, por entonces la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, el Ministerio de Guerra y la Vicepresidencia de la Nación. Producto de una permanente presión, el Líder de los Trabajadores renunció al día siguiente. Sólo la miopía política gobernante podía ignorar todo lo que vendría. La renuncia fue un verdadero impacto emocional, una verdadera bomba de tiempo. 


En su reemplazo al frente del Ministerio de Guerra fue designado el General Ávalos. El 13 de octubre Perón llegó en calidad de detenido a la isla Martín García. El Poder Ejecutivo decidió detenerlo porque se temía que se podía atentar contra su vida. La defenestración hacia Perón y la reacción anti-nacionalista / anti-obrera dio lugar a la aparición de diferentes personeros siempre vinculados al antiguo régimen del fraude, la corrupción y el entreguismo. Los argentinos tradicionalmente periféricos, los ignorados de siempre, los omitidos (como hoy en día) de súbito aparecieron en la mismísima ciudad de Buenos Aires para imponerse de manera arrolladora.


Desde la mañana de aquella histórica jornada la masa trabajadora empezó a volcarse de manera masiva hacia la Capital Federal, con muy nutridas columnas que marchaban hacia el centro de Buenos Aires. Era una verdadera marea humana la que una y otra vez pasaba, proveniente sobre todo de las zonas industriales del Conurbano Bonaerense. El objetivo era arribar a la Plaza de Mayo. Comenzaron a levantarse huelgas y muchísimos manifiestos de protestas a través de diferentes sindicatos. De manera espontánea la masa trabajadora fue la principal protagonista, arrasando con todo y exigiendo como única consigna la liberación de su Líder. Metafóricamente hablando nadie los conducía, todos eran capitanes.


Ya era demasiado tarde como para generar alguna reacción. Para buscar descomprimir el eufórico y desbordante reclamo en la Plaza de Mayo, el flamante Ministro de Guerra Ávalos se entrevistó con Perón en el Hospital Militar, para luego comunicarse telefónicamente con Campo de Mayo y hacerle saber a la oficialidad superior que Perón hablaría desde el Balcón de la Casa Rosada. La noticia confundió y contrarió a estos militares (que se habían jugado el todo por el todo en el desplazamiento de Perón). Desde la isla Martín García el desterrado pidió por su restitución a Buenos Aires, a lo que el presidente Farrell accedió trasladándolo al Hospital Militar de esta ciudad.


A las 21.45 horas Perón ya estaba con Farrell en la residencia presidencial. Conversaron hasta las 22.25 horas y después se dirigieron hacia la Casa de Gobierno. El número de concurrentes se situó entre las 200.000 y 300.000 personas. La permanente tensión se daba con un gran frenesí y de manera infatigable se seguía reclamando la presencia física de Perón. Poco después de las 23 horas finalmente Perón salió al Balcón de la Casa Rosada estallando una impactante ovación por espacio ininterrumpido de 15 minutos. Era la felicidad total. La gente parecía haberse vuelto loca. Gritaban, saltaban, lloraban y coreaban estribillos con voces cada vez más enronquecidas. Allí tenían enfrente al referente por el cual se habían jugado. Sano y salvo. Vencedor.


 Farrell intentó hacerse oír, pero más que un discurso era una presentación hacia el hombre que había sabido ganarse el corazón de miles y miles de argentinos. Y cuando por fin el gran triunfador de la memorable jornada pronunció su primera palabra desde el Balcón, expresión que fue “¡Trabajadores!” una nueva explosión de júbilo se hizo sentir. A continuación señaló: “Hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenía tres honras en mi vida: la de ser soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino”.


También expresó estas palabras que quedaron para el recuerdo, “dejo el honroso uniforme que me entregó la Patria para vestir la casaca de civil y confundirme con una masa sufriente y sudorosa que elabora el trabajo y la grandeza de la Patria. Con esto doy un abrazo final a esa institución que es un puntal de la Patria: el ejército. Y doy también el primer abrazo a esa grandiosa que representa la síntesis de un sentimiento que había muerto en la República: la verdadera civilidad del pueblo argentino. Esto es el pueblo”. Luego de su memorable discurso, la consecuencia inmediata desde lo político fue la renuncia de Ávalos al frente del ministerio de Guerra.


La Argentina ya no fue la misma, hubo un antes y un después. Uno de los acontecimientos más importantes de nuestra historia que desnudó las falencias de los tradicionales partidos políticos y de los sectores de poder vigentes hasta entonces. La movilización más emblemática en toda la historia de las luchas sociales que generó consecuencias de fondo: La ruptura con los convencionalismos políticos vigentes; el surgimiento de una nueva, innovadora y en principio revolucionaria fuerza política que giró en torno a la figura estelar del 17 de Octubre, el Coronel Perón; la definitiva incorporación de los trabajadores al proceso político argentino y como uno de los factores de poder, subordinados a su conductor natural; el nacimiento de la antinomia peronismo / anti-peronismo, algo así como la Patria vs. la anti-Patria de nuestros días.


Fue una epopeya, un verdadero Despertar de la Patria Grande, ‘el subsuelo de la Patria sublevado’ al decir del historiador revisionista Raúl Scalabrini Ortíz. Un gran espejo en el cual hoy más que nunca los argentinos debemos mirarnos ante tanta miseria política, ante tanta degradación social, ante tanta falta de trabajo y precariedad laboral, ante tanto servilismo a los poderes mundiales y ante tanta corrupción organizada. Fue el hecho que marcó el fin de una Argentina para dar comienzo a otra Argentina. Pero más que eso, el 17 de Octubre de 1945 es la vigencia de una Lucha, la de la Justicia Social.




Darío Coria, profesor de Historia y Ciencias Sociales.

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