miércoles, 3 de agosto de 2022

12 DE AGOSTO, DÍA DE LA RECONQUISTA DE BUENOS AIRES

 

El 9 de junio de 1806 una escuadra naval inglesa, compuesta por ocho buques y a las órdenes del Almirante Sir Home Popham se aproximaba a la Banda Oriental con el propósito de conquistar la indefensa Buenos Aires: 1.200 hombres de desembarco comandados por el General William Carr Beresford. Ante tamaña situación, el gobernador de Montevideo, Pascual Ruiz Huidobro, dio aviso al Virrey Rafael de Sobremonte quien supuso que los barcos por su tamaño no podrían entrar al puerto de Buenos Aires, razón por la cual se apresuró a mandar a Montevideo las pocas fuerzas veteranas que quedaban en la Capital del Virreinato ordenando a su vez el acuartelamiento de las milicias.


El 25 de junio Sobremonte recibió con estupor la noticia de que los ingleses habían desembarcado en Quilmes y se dirigían hacia Buenos Aires. Rápidamente envió una defensa compuesta por cuatrocientos milicianos y cien blandengues mal armados, dispersos por el fuego de las baterías inglesas y por su disciplinada infantería. Despejado el camino, Beresford intimó la rendición y el jefe militar de mayor graduación a cargo de la defensa, Brigadier Hilarión de la Quintana, vio la inutilidad de resistir entregando la Ciudad y el Fuerte. Mientras tanto Sobremonte se había retirado a la ciudad de Córdoba con los caudales del Tesoro Público para desde allí organizar la resistencia (caudales saqueados a la altura de Luján con un total de cuarenta toneladas de pesos plata luego enviados a Londres el 17 de julio en la fragata “Narcissus”).


El 27 de junio las tropas colonialistas inglesas entraron a la Ciudad de Buenos Aires en medio de la consternación generalizada. Flameó por primera vez la bandera inglesa. Como nuevo gobernador Beresford publicó un bando general a la población con la intención de congraciarse prometiendo respeto a la religión católica y a la propiedad privada. Estableció la libertad de comercio para el beneficio de los comerciantes ingleses y de la clase acomodada de Buenos Aires, generándose un fuerte drenaje de divisas. También se auspició la creación de las logias masónicas Hijos de Hiram y Estrella del Sur, con la clara intención de atraer a nativos o residentes extranjeros a la influencia inglesa. Al mismo tiempo solicitó al gobierno inglés el envío de refuerzos militares.


El 7 de julio Beresford exigió el juramento de lealtad hacia su Majestad Británica el Rey Jorge 3° por parte de militares y funcionarios. Concurrió el Clero casi en su totalidad, el Cabildo en pleno como así también el Consulado pero a excepción de Manuel Belgrano (secretario del mismo), quien se exilió marchando hacia la Banda Oriental. La Real Audiencia y el Tribunal de Cuentas rehusaron la jura y sus funcionarios no continuaron en sus cargos.


Pero pronto vendría la reacción de criollos y patriotas. Sobremonte reunía milicias en Córdoba para acudir a libertar Buenos Aires y lo mismo hacía Ruiz Huidobro desde Montevideo, al tiempo que Don Juan Martín de Pueyrredón se destacaba reclutando milicianos en la campaña. Para coordinar estos esfuerzos dispersos se ofreció un oficial francés al servicio del Rey de España en calidad de jefe de una escuadrilla de chalupas cañoneras que defendían las costas de la Banda Oriental: El capitán de navío Don Santiago de Liniers y Bremond, quien pasó a Montevideo y obtuvo del gobernador de la plaza refuerzos, que sumados al contingente reunido por Pueyrredón, llegaban a un total de mil hombres.


Luego de cruzar el Río de la Plata, el 4 de agosto Liniers arribó al Puerto de las Conchas, actual partido de Tigre, para marchar hacia la histórica capital del Virreinato del Río de la Plata. El 10 de agosto acampó en los Corrales de Miserere y desde allí le intimó la rendición a Beresford, dándole tan sólo quince minutos para responder. La negativa de Beresford dio la señal. Liniers se dirigió con sus tropas al Retiro, plaza donde se había fortificado el enemigo. Se combatió todo el día 11, desde las cinco de la mañana y con gran ardor de ambas partes. Finalmente, la ocupación del Retiro facilitó a los patriotas el aprovisionamiento de piezas y repuestos de artillería.


Popham buscó contragolpear desde el río cañoneando las calles de Buenos Aires, valiéndose para ello del navío “Justine”, que aligerado en su peso se acercó a la costa para iniciar el bombardeo. Quiso la bajamar que el navío quedara varado en el lecho del río, razón por la cual -y en un hecho realmente inusitado- la brava acción de la caballería comandada por Pueyrredón, entre los que se destacó en esta increíble acción el joven salteño Martín Miguel de Guemes, capturó la embarcación.


Al anochecer los ingleses se replegaron hacia la Plaza Mayor y el Fuerte. Toda la noche fue empleada por el enemigo en la preparación de la resistencia, fortificando las entradas de la Plaza con emplazamiento de cañones en las bocacalles y tiradores en las azoteas. Mientras tanto, Liniers compensaba con creces las pérdidas sufridas con la incorporación entusiasta de voluntarios, hasta casi duplicar sus fuerzas iniciales.


El 12 de agosto de 1806 Liniers atacó la Plaza por cuatro puntos. La defensa inglesa cedió, lo que generó un repliegue hacia el interior del Fuerte, abriéndose un intenso fuego con los mismos cañones abandonados por el enemigo. Sin más remedio, Beresford izó la bandera de Parlamento, pero Liniers exigió una rendición incondicional. Perdido y ante un pueblo todavía enardecido Beresford finalmente mandó izar la bandera española inclusive antes de escuchar las condiciones de rendición. Los enemigos sobrevivientes depusieron las armas y desfilaron ante nuestras milicias triunfantes. El botín de guerra consistió en treinta y cinco cañones de muralla, veintinueve de campaña, mil setecientos fusiles y las banderas del Regimiento N° 71.


El encuentro entre Liniers y Beresford fue breve. Inmediatamente el general invasor firmó la capitulación ante el Héroe de la épica jornada y evacuó sus naves. Los ingleses sufrieron 417 bajas, mientras que los criollos 180 entre muertos y heridos. Eran las 15.00 horas del histórico Día de la Reconquista. El júbilo de Buenos Aires fue inmenso, como así también su entusiasmo por el jefe que había decidido la victoria. Liniers aparecía ante todos como el caudillo natural, como el conductor providencial y necesario, y en tal sentido fue designado jefe militar en Buenos Aires por un Cabildo Abierto (Cabildo que también cuestionó duramente la inacción del virrey Sobremonte).


Bajo la dirección de Santiago de Liniers, y esperando una nueva ofensiva inglesa, se constituyeron cinco regimientos de criollos y otros tantos de peninsulares: Los Patricios (oriundos de Buenos Aires con Cornelio Saavedra a la cabeza); los Arribeños (provenientes de las provincias de “arriba”, Córdoba, Tucumán, Salta, Catamarca, Charcas, Chuquisaca); los Morenos y Pardos (mestizos); los Naturales (compuesto por indígenas especialmente de Las Pampas) y los Cazadores Correntinos (de la región mesopotámica). Y junto a ellos los peninsulares, los Asturianos y Vizcaínos, los Montañeses, los Andaluces, los Catalanes y los Gallegos.


En la invasión de 1806 las tropas inglesas robaron, violaron, saquearon y asesinaron, lo que generó como lógica consecuencia la furia de los vecinos de Buenos Aires. El furibundo rechazo de un ejército invasor de primera línea como el inglés -con experiencia en diversos campos de batalla-, sentó las bases de un proceso de toma de conciencia de las propias fuerzas.


Si los argentinos pretendemos reconquistar en la actualidad un país independiente –que en los hechos concretos no existe– no podemos dejar de lado la verdad histórica. Y esta verdad histórica tuvo en su origen el Triunfo de todo un Pueblo consciente que rechazó abiertamente a los invasores ingleses, donde se derrotó a la mayor potencia mundial de la época. Claramente un legado a seguir.


Es lo que sentencia con claridad meridiana Néstor Forero en su obra “El saqueo de 1806”: “Recuperar la historia es desandar los senderos del dolor, la mentira y el engaño, pero también recuperar el sendero del amor y del heroísmo. Nuestra historia, es la historia de la sangre. Se cuentan por miles los que han dejado sus huesos en los campos de batalla para que el odio del olvido los cubra y nos arrebate su testimonio de vida y su testimonio de muerte”.


El 12 de Agosto de 1806 es el comienzo y a la vez la continuidad  de una antigua raza emancipadora, raza a la que hubo que debilitar desde el inicio para que no se pueda sostener ni la libertad ni la dignidad. Pero a pesar de ello el patriotismo militante se pone de pie y grita con voz firme hoy más que nunca: ¡Gloria y Honor a los Héroes de la Reconquista de Buenos Aires! ¡Gloria y Honor a Santiago de Liniers!




Darío Coria, profesor de Historia y Ciencias Sociales.


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