A Don Juan Manuel
Si se alzara de la tumba,
¿a cuántos escarmentaría?
El país que hoy se derrumba
con un Rosas vencería.
Juan Manuel:
que se levante en tu tierra
un argentino capaz de tus hechos.
Que se plante con denuedo
frente al orgullo extranjero.
Que cierre logias
que ponga bozal y freno.
Que prefiera una pobreza
noblemente aceptada,
a la riqueza innoble de la entrega
que tenga para custodiarnos
a los colorados del monte y a los mazorqueros.
Juan Manuel:
prometemos combatir
por esta tierra tuya y nuestra,
pidiéndole al Dios de los ejércitos
la gracia de la fortaleza.
Juan Manuel:
no habrá mueras esta noche,
pero estarán tus vivas
los vivas de tu época,
que son también los nuestros
y los vivas nuestros,
que quieren ser los tuyos
¡Viva Don Juan Manuel de Rosas!
¡Viva la Santa Federación!
¡Viva la Patria!
Castagnino Leonardo, J.M.de Rosas. La ley y el orden
La Gazeta Federal: www.lagazeta.com.ar
El pequeño Juan Manuel
Aquella patria antigua de ibérica prestancia,
con su roldana de agua o su barril de mosto,
con el fuego en las calles, aquel doce de agosto,
probó que conservaba su evangélica infancia.
Era la patria henchida de imperial gravidez,
los hijos bien nacidos de las flechas y el yugo,
el fruto de Castilla, su lagar, su mendrugo,
retoños de heroísmo florecido en niñez.
Pequeños de veían prestando algún servicio,
tal vez como artilleros, con los bravos Miñones,
acarreando en sus ponchos las balas de cañones,
dispuestos como adultos al final sacrificio.
Cartuchos de fusiles o piezas de metralla,
tinajas para el agua, para la sangre vendas.
Todo lo tributaron en alegres ofrendas,
sus voces y sus risas fueron casco y muralla.
En las tropas menudas como espuelas de fletes
se destaca un chiquillo de acciones valerosas.
Lo llaman por su nombre, es Juan Manuel de Rosas,
carga un viejo mortero para los Migueletes.
En el hogar paterno vio las primeras lanzas,
tercerolas y sables le suenan familiares,
hay épicas memorias que recorren sus lares
de antepasadas huellas o bravías andanzas.
Ahora pesa este hierro para sus trece años,
esta boca de fuego, maciza portañola.
Ahora estrena su raza criolla y española
que no admite invasores ni extranjeros engaños.
Tiene porte de mando, siendo apenas muchacho,
en su mirada rubia hay azules añejos,
oye como repiques que le llegan de lejos,
de San Miguel del Monte, Tonelero o Quebracho.
Liniers cantó el elogio de su conducta recia,
diciéndole a sus padres, con fundado prestigio:
Su bravura fue digna de la causa en litigio
(Nadie dirá lo mimo sobre Ernesto Celesia)
Cuentan que usó ese día chaleco colorado,
que inauguró divisa: soberanía o muerte.
Una cosa es segura, les advirtió su suerte.
Mañana tendrá lista la Vuelta de Obligado.
Poemas para la Reconquista - Antonio Caponnetto.
Darío Coria, profesor de Historia y Ciencias Sociales.