La historiografía liberal masónica le achaca a Juan Manuel de Rosas haber querido “entregar” las Islas Malvinas a los ingleses. Así de contundente. Pero más que explicar un argumento (ya ni siquiera un sólido argumento) lo que se hace es difamar la figura del Restaurador de las Leyes producto del odio y del fanatismo que genera una ceguera ideológica. Y como estamos acostumbrados a que todo se saque de contexto, conviene aclarar este tema puntual de supuesta entrega rosista del archipiélago malvinero.
Como bien se sabe, la alevosa prepotencia colonialista británica se puso de manifiesto cuando el día 2 de enero de 1833, bajo el gobierno de Manuel Balcarce, llegó a las Malvinas la corbeta de guerra Clío. De manera insolente, su capitán Onslow intimó a las autoridades argentinas para que abandonaran las islas.
El día 3 bajó a tierra, arrió la bandera argentina e izó la inglesa. Como consecuencia, el gobierno argentino protestó inmediatamente ante el secretario a cargo de la legación británica, Felipe G. Gore, quien dijo “carecer” de instrucciones para contestar.
Frente a tamaño insulto al Pabellón Nacional se va a insistir en el reclamo el día 23 de enero de 1833. A su vez, Balcarce va a enviar una circular a todas las provincias esclareciendo sobre esa política expansionista inglesa.
El 17 de junio de ese mismo año Manuel Moreno (como ministro plenipotenciario del gobierno argentino) va a reclamar ante el atropello perpetrado directamente en Inglaterra y nada más ni nada menos que ante Lord Palmerston (Primer Ministro del Reino Unido).
Juan Manuel de Rosas, ya como Primera Magistratura Nacional desde 1835, siempre defendió en sus mensajes a la Legislatura los derechos argentinos sobre el archipiélago malvinero, formulando periódicamente explícitos reclamos a Gran Bretaña por la usurpación.
Mientras tanto, Sarmiento desde Chile se mofaba ante el Restaurador por tales reclamaciones, opinando abiertamente sobre la cuestión y dando a entender que el “estacionamiento” (frase del sanjuanino) de Inglaterra en las Malvinas era (más allá de la invasión) algo “útil” a la humanidad y al “comercio”.
Teniendo en cuenta la pesada deuda externa que recaía sobre nuestro país desde 1824 en adelante con la banca usurera inglesa Baring Brothers, los ingleses acudieron alocadamente a Rosas para poder cobrarla. Deuda en definitiva que quedó como “legado para la posteridad” gracias al “reformador” Bernardino Rivadavia.
Como dato significativo la garantía de cobro por dicha deuda era nada más ni nada menos que la tierra pública fiscal. En este sentido la Corona británica le va a insinuar a Rosas (según el historiador revisionista Adolfo Saldías) la entrega de las Islas Malvinas como forma de pago.
Atendiendo a la verdad histórica hay que señalar que Rosas estuvo de acuerdo con ello, pero con el siguiente gran detalle que se le escapa a los prejuiciosos historiadores liberales: Por nota oficial del 17 de febrero de 1843 la Confederación Argentina exigía que el gobierno inglés reconozca primero los derechos argentinos en las Islas Malvinas, para así el gobierno argentino seguir avanzando en la “propuesta” inglesa.
Y por nota del 20 de marzo de 1844 Rosas va a insistir con su propuesta de ofrecimiento de las Malvinas, haciendo significar siempre a Inglaterra sobre los derechos legítimos que asistían a nuestro país en todo el archipiélago malvinero.
Del lado argentino era la forma más eficaz para cubrir la agobiante deuda externa. Y aquí se impone la gran pregunta (que va a dejar en evidencia la astucia de Rosas): ¿Podría el gobierno inglés reconocer una usurpación realizada por ellos mismos? Tratándose de un país con tradición colonialista queda más que claro que no. De hecho, toda la “jurisprudencia” asentada por los ingleses y en referencia a sus potenciales enemigos en Europa se caería como un castillo de naipes.
Tal como lo señala Aníbal Röttjer en su obra “Rosas prócer argentino” después del gobierno de Juan Manuel de Rosas ni Urquiza, ni Derqui, ni Sarmiento, ni Mitre, ni Avellaneda se ocuparon del asunto. Recién en 1884, al protestar los ingleses porque en los mapas argentinos aparecían las Islas Malvinas como integrantes del territorio nacional, el presidente Julio Argentino Roca pidió antecedentes de la cuestión.
El legajo del archivo, caratulado de puño y letra de Rosas, fue presentado al presidente por el historiador Adolfo Saldías que lo tenía en su poder. Así pudo informarse Roca para reiniciar las protestas oficiales, protestas que periódicamente eleva la Argentina ante Inglaterra, interrumpidas desde la caída política de Rosas.
Darío Coria, profesor de Historia y Ciencias Sociales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario