Abogado, docente y catedrático universitario, Federico Marcelo Ibarguren Aguirre fue un destacado historiador revisionista nacido el 18 de febrero de 1907 en el partido bonaerense de San Isidro. Fue hijo del intelectual, político nacionalista e historiador revisionsita Carlos Ibarguren. De fuerte ideario nacionalista católico (como su padre) tuvo como formadores al Padre Leonardo Castellani y al Padre Julio Meinvielle.
Fue cercano al grupo de nacionalistas que editaba La Nueva República y posteriormente formó parte del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas. En el plano de la acción política se unió a la Liga Republicana, organización militante que contribuyó en el estallido de la Revolución del 6 de Septiembre de 1930. Posteriormente acompañó como secretario privado a su padre en Córdoba, cuando Don Carlos fue designado como interventor federal en esa provincia por parte del flamante presidente José Félix Uriburu.
Apoyó el levantamiento militar del 4 de Junio de 1943 y asumió el cargo de intendente de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán. Luego de la ruptura de relaciones con Alemania y Japón decretada por el gobierno, en enero de 1944 renunció a su cargo, no sin antes firmar su último decreto mediante el cual se disponía que todas las banderas de la ciudad fuesen izadas a media asta en señal de duelo nacional. Posteriormente se desempeñó como funcionario en el Consejo Nacional de Educación.
A partir de 1945 comenzó a colaborar con la Alianza Libertadora Nacionalista, movimiento que terminó apoyando la candidatura presidencial del General Juan Domingo Perón. En 1954 se sumó a la Organización Popular por la Repatriación de los Restos del Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas para solicitarle a las autoridades el arribo de los restos mortales del Restaurador desde Inglaterra hacia la Argentina, algo que tardaría 35 años en materializarse.
Luego del triunfo de la “Revolución Libertadora” fue desplazado de su cargo académico como profesor de Historia de la Universidad de la Plata, dedicándose a trabajar en el Poder Judicial como secretario de un juzgado. Fue precisamente en este período donde publicó varios libros, destacándose especialmente aquellos relacionados con la revisión de la historia de la Revolución de Mayo.
Su colaboración en la revista Cabildo -órgano de difusión nacionalista aparecido en 1973- lo llevó a adherirse primero a la Liga de la Restauración Argentina y luego al Movimiento Nacionalista de Restauración, agrupaciones políticas dirigidas por Ricardo Curutchet. En 1975 el sacerdote Raúl Sánchez Abelenda, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, designó a Ibarguren como responsable del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Diego Luis Molinari. Ello significó el regreso del historiador revisionista a la docencia universitaria y hasta el año 1976, dictando clases posteriormente en la Universidad del Salvador y la Universidad de Belgrano. La Academia Sanmartiniana lo terminaría incorporando como miembro en reconocimiento por su extensa labor en pos de la difusión de la verdad histórica. En 1984, en sociedad con Elías Zarrauf Rafiaa, fundó la publicación nacionalista Patria Argentina.
Ha dejado obras notables como “La aristocracia y la cultura” (1934), una reacción contra el materialismo, el racionalismo, el naturalismo y el embrutecimiento del espíritu; “Rosas y la tradición hispanoamericana” (1942). Sus libros “Así fue Mayo. 1810-1814” (1956); “Avivando brasas” (1957); “Mayo en ascuas” (1961) y “Las etapas de Mayo y el verdadero Moreno” (1963) analizan el periodo como un enfrentamiento entre subversivos y reaccionarios, ante quienes surgirá un tercer grupo de hombres, los patriotas, que encarnan una fuerza superadora que sintetiza a la tradición y al progreso, la cual produjo a figuras como Cornelio Saavedra, José de San Martín, José Gervasio Artigas y Juan Manuel de Rosas. “Orígenes del nacionalismo argentino” (1969), “Nuestra tradición histórica” (1978) y “Nuestro Ser Nacional en peligro” (1987) fueron otras de sus obras de gran repercusión.
Federico Ibarguren falleció el 1° de abril de 2000 en San Isidro. Una pluma eminente que se ha dedicado denodadamente a la investigación histórica siguiendo las huellas trazadas por su padre don Carlos.
¿Qué enseñanza nos deja con el estudio de la Historia? Tal como lo sostuviera en su célebre “Así fue Mayo” debemos mentalizarnos y constituirnos en firmes continuadores no sólo del pensamiento sino también de la acción política de aquellos patriotas que han defendido nuestra Soberanía, para que en un día no muy lejano se produzca el resurgir de nuestra Civilización superando estos tiempos de plutocracia y dependencia a los poderes financieros globalistas.